martes 14 de octubre de 2008
Querido Iván:
Estos pocos años que hemos compartido en esta columna, me hacen sentir que te conozco de mucho tiempo, tus inquietudes y tu sinceridad para expresarlas no me dicen otra cosa, "Eres una de las mejores personas que he conocido". Dios mediante que alguna vez nos encontremos en persona.
En esta desgracia que te aflige, sólo me gustaría agregar que es ahora cuando debes poner todo de tu parte para entender que Dios nos ama, y que a pesar que puedes preguntarte por qué a mí, debes aceptar que por sobre todo, nuestros hijos son "prestados", ellos vienen a este mundo para que les ayudemos a crecer y a viajar en el para adquirir sus propias experiencias, y las decisiones que tomen son propias de ellos, y nosotros no tenemos más opción que aceptarlas.
Aunque a veces nos van herir cruelmente, ya que por todo el empeño que ponemos para que las decisiones que tomen sean las mejores, muchas veces contrariarán nuestras ideas.
En esta hora superior a toda razonamiento, humildemente te aconsejo que pongas tus pensamientos, tu alma y corazón en las manos de aquel que dió su vida por nosotros, nuestro Señor Jesucristo, quien nos enseño que la vida terrenal es sólo una etapa de nuestra existencia, y que la vida continúa.
Personalmente no puedo decirte con exactitud cuando te reencontraras con tu hija, pero lo cierto que la esperanza que se desprende de las palabras del Evangelio nos invitan a permanecer firmes y a seguir viviendo nuestras propias vidas, a seguir dando lo que tenemos para que los otros seres queridos que siguen en este viaje terrenal con nosotros, pueden percibir que también les amamos, y este amor tiene la misma intensidad de aquel que sentimos por el que se fue.
Con todo mi amor que siento por mis congéneres, te doy testimonio de que somos hijos de un Padre espiritual amoroso, y que en estos momentos también sufre por lo que te pasa, como nosotros lo lamentamos y sufrimos, Él te ama, como ama a tu hija y la fe y la esperanza que llenan mí corazon me señalan que amorosamente Él en su bondad sabe y conoce el porque de todas las cosas, y en especial conoce el porque de la decision de tu amada hija.
Te testifico porque lo siento en mi corazón y me llena de alegría saber y decirte : Que eternamente tenemos oportunidad de seguir creciendo y aprendiendo, y para tu hija no esta vedado este camino.
Amigo del alma y de la tierra, tu dolor es nuestro dolor, pero también nuestra Esperanza es la tuya. Llora todo que necesites, pero recuerda siempre esto: " Bien aventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" " Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis, alegraos porque he aquí vuestro galardón es grande en el reino de los cielos".
Con mucho respeto y amor por tí y tu familia en este aciaga hora, muchos compartimos tu dolor amigo Iván.
CDT.